La mente suele ser una cápsula en cuyo interior se agolpan recuerdos, miedos, deseos, preocupaciones, planes. La vida misma transcurre ahí, encerrada y expresada la mayoría de las veces en imágenes que se manifiestan de manera desordenada. Empezamos un pensamiento y rara vez lo concluimos. Repetimos los que más nos interesan o agobian, una y otra vez, por lo general acompañados de una voz interior.
La devoción religiosa, creación exclusivamente humana, nos permite externar esos sentimientos, y profesamos esa fe hacia iconos que también habrán de estar encapsulados como para no poner en riesgo la intimidad de nuestros pensamientos.
(Foto tomada el 8 de febrero de 2011 en la calle de Iturbide y Artículo 123, colonia Centro)
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